Jorge Fernández Díaz gana el NADAL con EL SECRETO DE MARCIAL, una novela bella y dolorosa, hecha del misterio de la vida
Editoral Destino. 256 páginas
Tapa dura con sobrecubierta: 21,90€ Electrónico: 12,99€
El escritor argentino Jorge Fernández Díaz, autor de la aclamada novela Mamá
Madre, ha ganado el Premio Nadal 2025 con EL SECRETO DE MARCIAL, un sentido homenaje a los migrantes españoles y al cine explorando los misterios familiares y la compleja relación entre padres e hijos.
Un escritor, que se crió en la bravía y hoy olvidada comunidad española en Buenos Aires, es perseguido por el fantasma literario de su padre e intenta descifrar su verdadera personalidad años después de su muerte. «Sabía que mi padre era una novela, y estaba dispuesto a armar un rompecabezas para narrar la historia de un hombre hermético y misterioso.» A medida que avanza en la reconstrucción de su historia, el narrador encuentra indicios de que su padre llevó una vida secreta y se obsesiona con descubrirla. Adentrándose en los misterios familiares más recónditos y en la relación muchas veces espinosa entre padres e hijos que se aman.
MARCIAL, EL PADRE
Marcial, el padre, heredero de un herrero pobre y republicano que había marchado a la guerra y que había muerto en Normandía luchando contra los nazis, era vigilado luego muy cerca por el falangismo triunfante: su familia resolvió en 1948 embarcarse con la matriarca rumbo a la Tierra Prometida: Marcial, que era dichoso en aquellas playas del Cantábrico, no supo contradecir a sus hermanos y acabó lamentándolo para siempre. Carmina y Marcial se conocieron en un baile de asturianos un domingo de Buenos Aires, en los salones del Cangas de Narcea. Ella no había salido nunca de su pueblo, acababa de cumplir quince años y era producto del hambre de la posguerra: fue enviada sola a la desconocida ciudad de Buenos Aires, donde residían sus tíos autoritarios y egoístas, con quienes tuvo una ácida convivencia y quienes la cercaron con los barrotes de la severidad y del cariño.
«La foto carnet de mi padre, a los dieciocho años, mostraba a una especie de joven actor secundario del Hollywood en blanco y negro, con su mirada atenta pero taciturna. Allí su profesión declarada era “Jornalero”. En el rubro “Señas especiales”, la cartilla indicaba: frente ancha; pelo castaño y cejas castañas, pobladas y arqueadas; entrecejo, ojos grandes e iguales, pardos; nariz recta y mediana, boca y labios regulares; barbilla saliente y puntiaguda, estatura regular. El marino alistado solo presentaba un “defecto” facial: “Una cicatriz en la frente”.»
HOMENAJE A LOS MIGRANTES
«Usted tal vez no lo sepa, pero yo le di una misión secreta a su padre.» ¿Cuántos secretos me tocaría ignorar en la vida futura, cuántos misterios se llevarían a la tumba las personas más cercanas y queridas? ¿Cuántas cosas más ignoraba sobre mi padre? ¿Cuántas cosas sabemos, en verdad, acerca de quiénes fueron nuestros padres? ¿Pudo Marcial haber tenido una amante, era eso posible? ¿Pudo todo aquello haber ocurrido sin que los hijos ni la familia lo supieran nunca?
Excombatientes de la guerra civil española, sobrevivientes de los fusilamientos y de la cárcel, víctimas de la hambruna; migrantes que habían dejado todo para cruzar el océano y probar suerte en ciudades extrañas del sur del mundo; camareros, mecánicos, albañiles, marineros, carpinteros, labradores, cocineros, costureras. Gente humilde que había salido adelante con esfuerzos homéricos, y que luego tuvo que atravesar las plagas argentinas: hiperinflaciones, devaluaciones, recesiones, dictaduras militares, guerra de Malvinas; enfermedades, violencias callejeras, tifones y naufragios diversos que habían aquejado a aquellos gladiadores ignotos. Una generación indómita borrada de la faz de la tierra. Imposible reconstruir ahora mismo, para una crónica veraz y minuciosa, esas existencias anónimas pero apasionantes que se tragó el olvido. A casi todos aquellos asturianos los derrotó la enfermedad o la muerte, y las crisis recurrentes de este país de adopción fueron expulsando a muchos de sus hijos y nietos. Sucedió, algo también inevitable: los herederos de aquellos desterrados se volvieron definitivamente argentinos, y eso los alejó de los antiguos ritos de sus antepasados.
HOLLYWOOD EN CASTELLANO
«Me pregunto ahora mismo, que reescribo nuestra memoria familiar, a qué película nos quisiéramos mudar al morir. ¿En qué película quisiéramos vivir para toda la eternidad?»
Una novela tremendamente bella y dolorosa, escrita con gran pulso narrativo y hasta con toques de suspense, que no solo homenajea a los sufridos migrantes españoles, sino también a las películas que formaron nuestra personalidad. Sábados maratónicos de sesiones de «Hollywood en castellano», una pasión vivida por la familia Fernández, que exprimía el celuloide. La difusa frontera entre cine y realidad parecía imponerse en esa casa del barrio de Palermo y teñir sus pequeñas vidas. «Es la realidad la que copia a las películas.»
Marcial Fernández, emigrante asturiano, como tantos hombres de su época siempre tuvo dificultades para comunicarse con su hijo, a quien castigó con años de silencio y disgusto al descubrir su pasión literaria. El único vínculo entre ellos fueron las películas del Hollywood clásico que veían por televisión, una educación sentimental llena de sutilezas y malentendidos que Marcial impartía de manera indirecta. El amor, la amistad, la infidelidad, Dios, la muerte, la soledad. El único puente colgante entre los dos que no lograron derribar las incomunicaciones del inicio y los cortocircuitos y las broncas. Los puñetazos únicamente son divertidos en el cine; la mejor pelea es la que no es necesario librar. «La gracia de ser valiente es no serlo demasiado», decía un capitán veterano a un teniente imprudente en El gran combate.
Una pasión, la del cine, que se convirtió con el tiempo en un juego para el hijo, un juego secreto e incomunicable. Comenzó a filmar películas dentro de su cabeza. Se podría decir que fue una evolución natural de los juegos infantiles, y que al principio esa extraña actividad no distaba mucho de ellos.
Sobre el autor
Jorge Fernández Díaz es escritor y periodista. Durante cuarenta y cinco años fue alternativamente cronista policial, periodista de investigación, analista político y jefe de redacción de diarios y revistas. Es actualmente uno de los columnistas referenciales de La Nación y el conductor de Pensándolo bien, el exitoso programa de Radio Mitre. Colabora también regularmente en el diario ABC de España y cada semana con la revista literaria digital Zenda, que dirige Arturo PérezReverte. Publicó los libros Alguien quiere ver muerto a Emilio Malbrán, El dilema de los próceres, Mamá, Fernández, Corazones desatados, La logia de Cádiz, La hermandad del honor, La segunda vida de las flores, Las mujeres más solas del mundo, Te amaré locamente y El hombre que se inventó a sí mismo. Su personaje Remil, que aparece en las novelas El puñal, La herida y La traición, se convirtió en un verdadero suceso editorial sin precedentes en la Argentina. El puñal fue finalista en Francia del prestigioso Grand Prix de Literatture Policière y del Prix Littéraire Violeta Negra Occitanie de Touluse. Publicó, además con gran éxito, Una historia argentina en tiempo real, ensayo de más de mil páginas sobre la batalla de las ideas. Sus obras fueron traducidas al francés, al italiano, al polaco, al portugués y al turco, y fueron publicadas en toda Iberoamérica. La revista Ñ destacó toda su obra como uno de los principales acontecimientos literarios de los últimos veinte años. Fernández Díaz recibió la Medalla de la Hispanidad, otorgada por el gobierno español y la comunidad española en el país. Dos veces consecutivas, el Konex de platino al mejor redactor de la década. En tres ocasiones, el Martín Fierro por su desempeño radiofónico. También el premio Atlántida con el que los editores de Cataluña celebraron su labor a favor de los libros, y la Medalla de Bicentenario por su obra literaria. Y el premio “Esteban Echeverría” 2016 por su desempeño en el terreno de la Narrativa. En 2021 fue distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. En ese acto, Juan José Sebreli dijo: “Fernández Díaz es un faro, un intelectual cuya elegante sencillez discursiva le confiere un inusitado valor en la lucha contra el autoritarismo”. Durante siete años consecutivos (2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024) fue elegido uno de los “periodistas más respetados de la Argentina”, según encuestas entre líderes y formadores de opinión realizadas por la consultora Poliarquía.En 2012 fue condecorado por el rey de España con la Cruz de la Orden Isabel la Católica y en 2017 ingresó en la Academia Argentina de Letras, donde ocupa el sillón Juan Bautista Alberdi. También es miembro de la Academia Norteamericana de Lengua Español
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