Vuelve Lorenzo Silva con LAS FUERZAS CONTRARIAS, una doble investigación de Bevilacqua y Chamorro en los tiempos oscuros de la pandemia
Editorial Destino. 408 páginas
Tapa dura con sobrecubierta: 22,90€ Electrónico: 10,99€
El subteniente Bevilacqua y la brigada Chamorro tendrán que enfrentarse en LAS FUERZAS CONTRARIAS a uno de los mayores retos de su carrera: el esclarecimiento simultáneo de dos muertes en el momento más crítico que ha vivido nuestra sociedad en las últimas décadas.
Fieles a su ideal quijotesco, los dos protagonistas tratarán de ser los valedores de quienes a nadie más tienen. Con esta novela, Lorenzo Silva, creador de una de las sagas de más éxito de nuestro país, con más de 2.500.000 lectores, celebra tres décadas con la historia más íntima y sobrecogedara de la serie.
Dos casos que dejan huella en una novela que nos habla sobre cómo con ocasión de la pandemia se hacen sentir las fuerzas adversas a nuestro bien común, a nuestro futuro, a nuestra esperanza; unas fuerzas que vienen de más atrás y van más allá de la acción del virus.
LAS FUERZAS CONTARIAS es una narración que explora, a través del género negro y de la complicidad entre un hombre y una mujer que llevan media vida batallando juntos, esa conmoción colectiva tras la que nada, tampoco para ellos, volverá a ser igual. La historia más íntima de Bevilacqua y Chamorro. Una doble investigación en tiempos oscuros que los unirá como nunca y marcará un giro en su relación.
A unos kilómetros de Madrid…
Mientras todo el mundo se prepara para vivir una época incierta, en los primeros días del estado de alarma, el subteniente Bevilacqua y la brigada Chamorro se enfrentan a una ardua investigación, la de la inquietante desaparición de una mujer llamada Esperanza Gil en un pueblo de Badajoz. Para tratar de esclarecerla, uno de los miembros de su equipo, el cabo primero Arnau, se ha infiltrado bajo una identidad falsa en el vecindario del principal sospechoso. Mientras Arnau prosigue con su labor en el confinamiento, y cuando este ya dura dos semanas, otro caso llama a la puerta.
El subteniente y la brigada deberán desplazarse hasta Toledo, atendiendo la llamada de un viejo conocido de Vila, destinado en el equipo de Policía Judicial de Illescas. El brigada López requerirá la ayuda de su amigo para aclarar lo que le ha ocurrido a Caridad Ajofrín, una septuagenaria a la que se encuentra sin vida en su casa.
Una vecina de la víctima puso en alerta a la Guardia Civil al no tener noticias de su amiga esa mañana, pues tenían la costumbre desde el inicio del confinamiento de llamarse dos veces al día. Hablaron la noche anterior y no parecía que padeciera ninguna complicación respiratoria o que le faltara el aire, pero al día siguiente nadie respondió a las llamadas. Esa fue la primera señal que llevó a sospechar a los agentes que se personaron en su vivienda; la otra, que era el tercer cuerpo que aparecía en ese mismo edificio en diez días: los dos anteriores, una anciana de ochenta y ocho y un anciano de ochenta y seis, ambos viudos, que también vivían solos. Dos muertes que, en ese caso y a falta de señales de violencia, se le cargaron sin más al «bicho de marras». El médico no subió siquiera y certificó la defunción desde el portal.
Todos los indicios apuntan a que algún desalmado ha aprovechado que la muerte se paseaba por las calles y ha obrado con el cálculo de que en medio del caos nadie se molestaría en investigar las causas. De ahí que el responsable del equipo de Policía Judicial del puesto de Illescas, con la mitad de la plantilla de baja por covid, acuda a Bevilacqua en busca del apoyo de los especialistas de la unidad central, con el fin de poder investigar con todos los medios necesarios, a pesar de las restricciones derivadas de la emergencia sanitaria.
Con la situación que ha traído la pandemia, resulta muy difícil sacar partido a las diligencias habituales. Pasarse dos días pendiente de un sujeto que no sale o solo lo hace para ir a comprar tiene poco sentido. Por no hablar de lo difícil que resulta, cuando alguien se mueve por la calle, controlarlo sin que se dé cuenta en una vía pública desierta.
Vila no dudará en corresponder, no solo por una deuda no explícita entre compañeros, sino también por Caridad, la víctima, y por todos los mayores que de la noche a la mañana vieron cómo su vida ya no valía lo que creyeron que valía. Como dice López: «Lo único que faltaba era que viniera un canalla y se aprovechara de que nadie mira para hacer algo así».
En paralelo, Vila debe ocuparse de mantener viva la investigación en Badajoz y darle a su compañero allí infiltrado todo el apoyo que necesita. En medio de la excepcionalidad, el esfuerzo suplementario que se les exige al subteniente y su compañera y la convivencia entre los dos, que en esos días extraños solo se tienen el uno al otro, los empujarán a ahondar en la peculiar naturaleza de la relación que los une y a interrogarse sobre su futuro.
CARTA DE LORENZO SILVA
Getafe, 11 de diciembre de 2024
Apreciada/a amiga/o
Debió de suceder en algún momento entre el verano de 1994 y la primavera de 1995. Ahí fue cuando en mi mente terminaron de perfilarse, con sus nombres respectivos, Virginia Chamorro y Rubén Bevilacqua, a quienes por entonces sólo pensaba en encomendar la investigación de la muerte violenta de una turista austriaca en una cala mallorquina. El argumento vino a mí accidentalmente, a raíz de una extraña escena entre dos mujeres acaecida allá por julio de 1994 en la playa de Cala Llombards.
En el verano de 1995, mi ajetreada vida me permitió juntar treinta y cuatro días de vacaciones, en los que alumbré a ritmo febril lo que acabaría siendo El lejano país de los estanques, la primera pesquisa de esta pareja de sabuesos de la Guardia Civil; no tan improbable como muchos pensaban a la sazón, pero sí lo bastante desconcertante como para que los editores, que por aquellos días no prestaban a la ficción criminal la atención que le prestan ahora, dudaran de que mi apuesta fuera la más indicada para nutrir su catálogo. Bien que lo comprobé en los meses siguientes, cuando fue rechazada por todos los sellos a los que tuve la ingenuidad de enviarla.
Todo podía haber acabado ahí. Lo he pensado muchas veces. Pero en enero de 1997 la otra novela que robando ratos a los días había logrado escribir en 1995, La flaqueza del bolchevique, quedó finalista del Premio Nadal y la entonces editora de Destino, Mª Antonia de Miquel, me pidió los manuscritos inéditos que tuviera. A esas alturas eran tres: los tres se los pasé y se los leyó, y para mi sorpresa se inclinó por el que dos años antes todos habían rechazado. Se publicó en 1998. El resto es historia.
Por cuanto queda dicho, aunque para los lectores sólo llevan veintiséis años en las librerías —camino de veintisiete—, para mí Bevilacqua y Chamorro cumplen en estos días treinta años, o yo los cumplo con ellos. Tres décadas completas de uno de los más felices encuentros de mi vida, no sólo literaria, aunque ellos nunca hayan alcanzado a existir fuera de mi imaginación y de la de aquellos que me han seguido en este ya largo camino. Treinta años que sentía que tenía el deber de conmemorar como se merecen, regalándoles, regalándome y regalando a los lectores una novela donde el centro absoluto fueran ellos dos, su larga camaradería forjada en el esfuerzo común y los miles de kilómetros recorridos, para celebrar la compañía que se han hecho el uno al otro —y me han hecho a mí— desde que dieron sus primeros pasos.
Esto es Las fuerzas contrarias, que aprovecha una coyuntura que a quienes la vivimos nos empujó a revisar nuestras prioridades en la vida, la pandemia de 2020. También ellos lo hacen, mientras tratan de resolver, en las peores condiciones posibles, dos crímenes penosos como lo son todos: la sospechosa desaparición de una mujer en Badajoz y el asesinato alevoso de una anciana en Toledo. Una vez más, fieles a su ideal quijotesco, tratarán de ser los valedores de quienes a nadie más tienen. Una vez más, confortarán en ese empeño a quien los escribe. Y ojalá también a quien los lea.
Sobre el autor
Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es uno de los grandes referentes de la literatura contemporánea y sus novelas policiacas e históricas suman más de dos millones y medio de lectores. Ha escrito, entre otras, La flaqueza del bolchevique (finalista del Premio Nadal 1997), El nombre de los nuestros, Carta blanca (Premio Primavera 2004), Recordarán tu nombre, la «Trilogía de Getafe», Castellano, Nadie por delante o Púa. Es autor del libro de viajes Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos y de Sereno en el peligro (Premio Algaba de Ensayo). Suya es también la serie protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro; El alquimista impaciente (Premio Nadal 2000), La marca del meridiano (Premio Planeta 2012) o Las fuerzas contrarias, que publicamos ahora en 2025, son algunas de las novelas que la integran. Junto con Noemí Trujillo, firma una serie policiaca cuya entrega más reciente es La Innombrable (2024).
Comentarios
Publicar un comentario